Pensar en el Alzheimer supone con demasiada frecuencia pensar en lo inevitable, no s�lo en el paulatino deterioro de la persona, sino, lamentablemente, tambi�n en la muerte. No est� claro, sin embargo, el n�mero real de fallecimientos atribuibles al mal de Alzheimer; es raro encontrar esta causa en los certificados de defunci�n y, en realidad, el fallecimiento suele producirse por complicaciones asociadas a la misma demencia.
El pron�stico actual de esta enfermedad no nos permite vislumbrar el optimismo que a todos nos gustar�a y, por buena que llegue a ser la calidad de vida de la persona afectada, es inevitable asumir que la despedida se producir� al cabo de unos a�os y que, entre otras cosas, tendremos que ocuparnos de que esta despedida sea tan digna y significativa como fue nuestro familiar en vida.
Dado que lo m�s frecuente es dejar esta preparaci�n para el �ltimo momento, suele ser tambi�n habitual que los allegados, inmersos en el dolor y la confusi�n de la p�rdida de un ser querido, se sientan un tanto desorientados frente a los pasos y decisiones que la planificaci�n de la despedida requiere.
Las preguntas m�s habituales en estos momentos suelen ser: �a qui�n me dirijo?, �qu� he de hacer? En dichas circunstancias, es importante confiar en los profesionales que nos puedan resolver todos los tr�mites y asesorar en las decisiones que debamos tomar.
Y �qu� son los servicios funerarios?, �qu� es una funeraria? Es la empresa que posee los medios necesarios para, cuando se produce una situaci�n de duelo, desde el primer momento prestar la asistencia a la familia y gestionar todo lo necesario para el sepelio. Es una empresa que el usurario puede elegir, aunque cuente con un seguro de decesos; por tanto, es a quien primero hay que llamar, para que pongan en marcha todos los mecanismos y prestar el servicio funerario.
Cuando llamemos a los servicios funerarios que estimemos oportunos, deber�n asistirnos en los siguientes aspectos:
1� Acudir al lugar del fallecimiento para solucionar posibles problemas con el certificado de defunci�n.
2� En caso de contar con un seguro de decesos, los servicios funerarios contactar�n con el seguro, para informarnos de las posibilidades que ofrece la p�liza.
3� Hacer la reserva de sala en los tanatorios disponibles y contratar la compra o apertura de sepulturas, nichos o columbarios. Tambi�n se encargar�n, en su caso, de reservar la hora de cremaci�n, as� como de realizar la planificaci�n de traslados fuera de la comunidad donde se produce el fallecimiento y todos los servicios complementarios para el duelo (reserva de servicios religiosos, esquelas y adornos florales).
4� Trasladar al finado al lugar de velaci�n.
5� Tramitar toda la documentaci�n necesaria para el enterramiento, traslado o cremaci�n (baja en el Registro Civil, solicitud de traslado en Sanidad y solicitud de apertura o compra de unidades de enterramiento).
6� Trasladar al finado al destino final de enterramiento o cremaci�n.
7� Solicitar las partidas literales de defunci�n para todos los tr�mites familiares posteriores al entierro o cremaci�n: pensi�n de viudedad y orfandad, subsidios a favor de otros familiares, indemnizaciones por accidentes, auxilio por defunci�n, certificado de �ltimas voluntades, cambios de titularidad, reclamaciones a terceros, declaraci�n de herederos, partici�n hereditaria, etc�tera.
8� Facilitar a las familias, que as� lo hayan decidido, las gestiones para la donaci�n del cerebro del fallecido, en colaboraci�n con el Banco de Tejidos para Investigaci�n Neurol�gica y con AFALcontigo.
Con estas l�neas esperamos haber despejado algunas de las dudas que nos suelen abordar cuando llega una situaci�n de duelo a nuestro entorno; nos puede facilitar mucho las cosas tener claro con qui�n tenemos que ponernos en contacto y qu� le hemos de pedir.
Para cualquier duda sobre estas cuestiones, los interesados pueden llamar a la Asociaci�n, que recordamos que tiene firmado un convenio con la compa��a Parcesa, que hace un 20 % de descuento a nuestros socios.
Cuantas m�s cosas tengamos previstas, menos sobrecarga tendremos que soportar, llegado el amargo momento de una despedida.